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Nuevas tecnologías, palos selfies, 3.000 fotos en la memoria del smartphone… ¿Perdemos la esencia? ¿O ganamos oportunidades de capturar momentos?

Deberíamos cuestionárnoslo y si realmente la hemos perdido, encontremos de nuevo el valor de una fotografía. No vivamos para una red social, recordemos lo que es amar la fotografía, o aprendamos a hacerlo si nunca lo supimos. Dejémonos atrapar por la fotografía de Henri Cartier-Bresson, pasando por la emoción de Isabel Muñoz, para llegar al blanco sobre blanco de Bohnchang Koo.

Te retamos a una cosa, de hecho, nos auto retamos: hagamos una foto al día durante 365 días. Una buena foto, que signifique algo, que sea el resultado de un estudio previo, que requiera tiempo, pensamiento y alma.

¡Aprendamos, mejoremos, disfrutemos!